¿Te enfadas cuando tienes hambre? ¡Esta es la razón!
En 'Mañanas de Oro', con Freddy Morales de 9 a.m. a 12 p.m, queremos seguir alimentando tu apetito de conocimiento, por eso te contamos que un equipo de psicólogos de la Universidad North Carolina at Chapel Hill (EE. UU.) ha llevado a cabo una serie de ensayos para determinar por qué a algunas personas les enfurece la sensación de hambre.
En uno de los experimentos, publicado en la revista Emotion, y en el que participaron más de 400 personas de EE.UU., se les mostraba a los voluntarios distintas imágenes destinadas a inducir en ellos sentimientos positivos, negativos o neutros. Tras mostrarles una imagen con un pictograma chino, totalmente neutra, debían evaluar en una escala de 7 puntos si les parecía agradable o desagradable. Además tenían que decir si en ese momento sentían hambre.
Los investigadores comprobaron que los participantes más hambrientos daban más puntuaciones negativas a la imagen, pero esto solo sucedía si previamente habían visto imágenes desagradables. Es decir, este efecto no se percibía después de ver fotos positivas o neutras.
Parece que las situaciones desagradables crean un contexto en el que el hambre nos afecta más negativamente, explica Jennifer MacCormack, una de las investigadoras implicadas. En otras palabras: si has tenido un mal día, es probable que lleves mucho peor el hambre que si las cosas te fueran mejor.
El ambiente no es el único responsable
Pero vayamos un poco más allá. Sabemos que hay personas que reaccionan mucho peor al hambre que otras, por lo que no todo puede ser cuestión del ambiente. Para comprobarlo, los investigadores llevaron a cabo otro experimento con 200 estudiantes universitarios. Algunos tenían que acudir en ayunas y otros después de haber comido bien. Por otro lado, algunos voluntarios tuvieron que completar un ejercicio escrito diseñado para que se centrasen en sus emociones.
Después de esto, se pidió a los voluntarios que completaran un ejercicio bastante tedioso en un ordenador que, para colmo, se colgaba en mitad de la prueba. Tras esto, uno de los investigadores entraba en la sala y culpaba al estudiante del fallo informático. En definitiva, se trataba de una situación creada para causar malestar en el participante.
Tras el experimento, los estudiantes rellenaron cuestionarios en los que se les preguntaba acerca de sus emociones y de su percepción de la calidad del experimento. Los investigadores descubrieron que aquellas personas que venían en ayunas y que no habían hecho el ejercicio de escribir sobre sus emociones se sentían más estresados y con malestar general tras acabar la prueba. Esto no sucedía con los voluntarios que habían hecho el ejercicio, incluidos los que tenían hambre al comenzar.
El cuerpo desempeña un papel muy poderoso en la percepción de nuestras experiencias, reflexiona MacCormack. Es importante cuidarlos, prestar atención a las señales corporales cansancio, hambre, enfermedad - y no ser indiferentes a ellas, son importantes para nuestra salud mental a largo plazo y también para nuestra calidad psicológica cotidiana.