Conoce el verdadero origen del Croissant

Conoce el verdadero origen del Croissant

En 'Mañanas de Oro', con Freddy Morales, de 9 a.m. a 12 p.m, queremos seguir alimentando tu apetito de conocimiento, por eso te contamos que los croissants, en su origen, fueron austríacos. Esta famosa elaboración de la pastelería francesa tiene realmente raíces vienesas.

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En 1683 los otomanos comandados por el gran visir Kara Mustafá, tras la conquista de Constantinopla, avanzaban por las orillas del Danubio apoderándose de las regiones aledañas. Los invasores turcos iban camino de Viena para conseguir su segunda gran victoria: la ciudad de Viena.

Tras varios intentos que no tuvieron éxito, las tropas otomanas cambiaron su estrategia e intentaron excavar túneles por la noche para salvar las murallas por debajo. Los panaderos que empezaban a trabajar antes del alba, extrañados por los ruidos continuados, dieron la voz de alarma y se pudo impedir la conquista turca. Los austríacos atacaron por sorpresa a los otomanos y estos se vieron obligados a retroceder.

Para celebrar la victoria y valorando su colaboración, el rey Leopoldo I condecoró a los panaderos vieneses. El gremio por su parte decidió elaborar unos panes con forma de media luna (halbmond) como burla del emblema del bando otomano.

Este tipo de pan, conocido como kifli o Kipferl, se elabora con láminas finas de masa hecha con harina, cortadas en forma de triángulos y enrolladas hasta conseguir la forma de una media luna. A la masa se le puede añadir leche, mantequilla, etc., se pintan con huevo para que queden bien dorados y se espolvorea con semillas de amapola o alcaravea. Se pueden comer solos o rellenarse con elementos tanto dulces como salados. En la actualidad, tanto en Austria como en muchos países de la Europa del Este, es habitual encontrar este tipo de bollo de pastelería.

Décadas después del triunfo de los vieneses sobre los turcos, en 1770, una princesa austríaca llamada María Antonieta se casó con el delfín de Francia que sería coronado como Luis XVI. María Antonieta se llevó consigo su desayuno preferido: el kifli. Los pasteleros franceses lo adoptaron y mejoraron hasta crear lo que, actualmente, conocemos como croissant.

El rey y la reina perdieron sus cabezas a manos de los revolucionarios, pero el croissant siguió reinando en Francia. Otros historiadores afirman que se popularizó cuando un oficial austríaco llamado August Zang abrió una pastelería vienesa en París en torno al año 1839.

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