Ballenas y delfines tienen un comportamiento casi humano, y mucho más

Ballenas y delfines tienen un comportamiento casi humano, y mucho más

Hoy en 'Mañanas de Oro', con Freddy Morales, de 9 a.m. a 12 p.m., nos comentó varias noticias curiosas que te contamos a continuación: 

Ballenas y delfines tienen un comportamiento casi humano: Las ballenas, los delfines y las marsopas hablan entre sí e incluso tienen dialectos por región, al igual que sucede en las sociedades humanas. Esta es una de las conclusiones del estudio desarrollado por un conglomerado de universidades internacionales: la Universidad de Manchester, la Universidad de British Columbia, The London School of Economics and Political Science (LSE) y la Universidad de Stanford, que relacionó la complejidad de la cultura y el comportamiento de estos cetáceos con el tamaño de sus cerebros.

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Los investigadores acumularon un gran conjunto de datos acerca del tamaño del cerebro de los cetáceos y de sus comportamientos sociales. En total, recabaron información de 90 especies diferentes de delfines, ballenas y marsopas, descubriendo pruebas increíblemente abrumadoras de que los cetáceos tienen rasgos de comportamiento social y cooperativo sofisticados, similares a muchos que se encuentran en la  cultura humana. 

El reciente agujero de la Antártida que ha sorprendido a los científicos: Se trata de un agujero, cuyo tamaño es más grande que todo el territorio de los Países Bajos. En septiembre de 2017 tenía unos 60.000 kilómetros cuadrados (23,000 millas cuadradas) de tamaño, pero en su mayor tamaño, ha sido de hasta 80.000 kilómetros cuadrados (31,000 millas cuadradas). Fue encontrado por el grupo de observaciones y modelación de carbono y clima del Océano Austral (SOCCOM) de la Universidad de Princeton en Washington, y ha sido identificado como una polynya. Las áreas de aguas abiertas rodeadas de hielo son conocidas por el término ruso “polynya”.

Este fenómeno ocurre regularmente en la Antártida y en el Ártico, pero generalmente en regiones costeras, y este no fue el caso. De ahí la sorpresa de los científicos. El agua profunda en esa parte del Océano Austral es mucho más cálida y salada que el agua superficial. Las corrientes oceánicas hacen que el agua caliente se eleve hacia arriba, y este movimiento contribuye a que se derritan las capas de hielo que se formaron y permanecen en la superficie del océano. Es precisamente ese derretimiento glacial a partir del agua más caliente lo que creó la polynya.

Dado que el agujero expone continuamente el agua a la atmósfera superior, es difícil que se formen nuevas capas de hielo. Cuando el agua más caliente se enfría, en contacto con las temperaturas frías en la atmósfera, se hunde. Luego se recalienta en áreas más profundas, permitiendo que el ciclo continúe. 

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